La manera en la que nos alimentamos influye en el estado de ánimo que tenemos durante el día. ¿Con cuál de los siguientes escenarios te identificás más?
Te despertás de mal humor y mareado cada mañana, saliendo de la cama apresurado, después de haber presionado ‘snooze’ tres veces a la alarma como mínimo. Te metés al baño mitad dormido, mitad despierto, intentando despertarte con un baño de agua fría, algo difícil, pero necesario. Luego, preparas un café fuerte más un pan con mantequilla y jalea para llevar, porque no te dio tiempo de preparar algo más. Esta combinación de cafeína / azúcar te da vida por unas pocas horas hasta que llegás a sentir hambre a las 11:30 am.
No planificaste el almuerzo, entonces te pides algún sandwich y unas papas para calmar el hambre. Te volvés a sentir muy lleno de nuevo y de ahí continúas trabajando a medio ritmo, sintiendo que tu productividad a estas horas disminuye notablemente. Decides ir por más café, y lo acompañás de alguna galleta o chocolate que tengan por ahí en la oficina. Son las 5 p.m, hora de salir del trabajo en un estado de ánimo un poco bajo.
Planeaste ir al gimnasio, pero el cansancio es tanto, que es mejor idea pasar al supermercado por alguna cena preparada y calentarla en microondas. Llegás a la casa, con muy poca energía y mucho agotamiento físico y mental. Te acuestas aunque no logras dormir temprano.
Te despertás cuando la luz natural del amanecer entra a través de tu ventana, sorpresivamente abrís los ojos dos minutos antes de que la alarma suena. Te quedas 5 minutos en la cama, quieto por un momento. Te levantas sintiéndote descansado y con tiempo suficiente para prepararte para desayunar, tomar café y leer el periódico, porque te da tiempo suficiente para esto, aplicando tu filosofía de «preparo mi comida rápido, pero lo como lento y disfrutándolo». El desayuno de hoy fue media taza de avena que dejaste lista y refrigerada la noche anterior, simplemente le agregas fruta y mantequilla de maní y listo. Tomás el almuerzo de la refrigeradora, una pechuga de pollo a la plancha, vegetales salteados y ensalada de garbanzos preparada la noche anterior.
Alrededor de las 10:00 am, tu organismo te pide energía de nuevo, te comes las zanahorias con hummus que llevaste a la oficina en caso de que te diera hambre. El almuerzo lo hacés tipo 1:00 pm, con calma y lejos de la computadora, seguido de una tarde productiva. A las 4 de la tarde, hora de darle combustible cuerpo ya que pronto se acerca la hora de ir al gimnasio, por eso te comes un yogurt con granola y te vas a entrenar.
Te sentís relajado, y contento por haber hecho ejercicio, de vuelta a la casa a darte un baño relajante y preparar pasta integral con atún, suficiente para que alcance para el almuerzo del día siguiente. Ves tu serie favorita media hora y listo para descansar.
Esta es una persona que pasa todos los días aletargado, con fatiga, algún tipo de depresión o descontento, sin motivación y sin energía.
El tener una alimentación de poca calidad y no acorde a sus necesidades, provoca todos estos síntomas, que no solamente hace que nos sintamos mal durante el día, si no también afecta en las labores que desarrollamos.
Una alimentación deficiente también puede influir en nuestra productividad. Esta persona mantiene una dieta que se basa en ser alta en carbohidratos, sodio, grasa saturada y a la vez deficiente en fibra, vitaminas y minerales; provocando que tenga picos de energía muy cortos y no eficientes.
¿Será este tu caso?
A diferencia del caso 1, esta persona se siente energizada, satisfecha con su salud y su estilo de vida. Es mucho más productiva durante el día, y su descanso es más placentero.
Talvez fue difícil llegar a este punto, pero luego de crear hábitos de planificación y organización ha logrado mantener un estilo de vida saludable en todo sentido, que permita que se vea y se sienta saludable.
Su alimentación se caracteriza por ser saludable y completa según sus necesidades, ya que tiene el control de lo que come, eligiendo siempre alimentos altos en fibra, con carbohidratos de calidad, frutas, vegetales, vitaminas, minerales, y proteínas.
La manera en la que nos alimentamos, y los hábitos que tenemos no solo influyen positivamente en nuestra salud, si no también en nuestro estado de ánimo y desempeño de las labores que desarrollamos durante el día.
Talvez usted se esté preguntando, ¿Cómo hago el cambio?
Le recomiendo que tome un ratito del domingo, un lapicero y un papel para organizar la semana
Espero que este post te haya servido. Si te gustó no olvidés compartirlo, talvez a alguien más le podría servir. 🙂