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¿Estancado en tu porcentaje de grasa o en tu peso?

enero 16, 2019
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  • Alimentación con Propósito
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A veces pasa que nos propusimos una meta e íbamos avanzando muy bien, hasta que llegamos a un punto donde dejamos de avanzar

 

Es completamente normal y es parte del proceso. Si bien es cierto que no hay receta mágica para mejorar tu composición, más que comer de acuerdo a tus metas y hacer ejercicio; es común que llegués a un punto en el que tu cuerpo deje de reaccionar al ritmo en el que lo venía haciendo al principio.

Hay varias razones por las que esto podría estar pasando:

1. Empezaste tu plan de alimentación siguiéndolo al pie de la letra, pero luego nos relajamos un poco.

Al principio nos volvemos súper estrictos con las porciones, tiempos de comida, etc. Después de unos meses seguimos comiendo igual pero dejamos de medir lo que comemos. Por ejemplo la proteína, la calculamos al «ojo» porque ya medio sabemos qué cantidad nos corresponde. O por ejemplo con el arroz, frijoles, pasta o avena, nos servimos calculando más o menos la cantidad que nos correspondía. También es común dejar de lado la cucharadita de medir para la mantequilla de maní o el aceite de oliva. Aún cuando son grasas saludables, puede generar un extra de calorías.

Ese poquito de más que calculamos al ojo, podría provocar que ya no estemos en restricción calórica. Así que es hora de dejar la pereza, y empezar a medir todo lo que comemos.

2. Nuestro organismo se adaptó a la restricción calórica en la que estábamos.

Puede pasar que llegue el punto en el que seguimos comiendo perfecto, pero nuestro cuerpo empieza a gastar exactamente la misma cantidad de calorías que quemamos, haciendo que perdamos la restricción.

Es hora de aumentar el gasto calórico, puede ser con un poco más de ejercicio o alguna actividad física extra. O también podrías variar tu dieta comiendo distinto. Podés mantener la restricción, teniendo un día más alto en calorías y otro más bajo, y así sucesivamente.

Aumentar el consumo ligeramente, puede sacar al cuerpo de esa zona de comfort en la que está. Al variar la alimentación de un día para otro puede ser beneficioso ya que no permite que se acostumbre.

3. Irregularidad en el ejercicio

Si bien es cierto que lo más importante es cumplir con la alimentación, el ejercicio juega un papel muy importante.

Si todas las semanas variamos la cantidad de días, e intensidad con la que hacemos ejercicio, puede ser que nos estanquemos ya que el gasto calórico que tenemos no va ser suficiente como para estimular la pérdida de grasa.

Hacer ejercicio de manera constante contribuye tanto a mantener la masa muscular o incluso aumentarla si trabajamos más pesado. El músculo es un tejido activo que es el encargado de las calorías que gastamos al día estando en reposo.

Si le dejamos de prestar atención al ejercicio, va ser más dificil que logremos nuestra meta.

4. Cheat meals no planificados

Usualmente en fin de semana nos relajamos un poco más con nuestra rutina. Salimos a comer, tomamos algo por allá, nos invitan a alguna actividad, etc. Es completamente válido!

Pero, si el fin de semana equivale al 40% aproximadamente de la semana, y descuidamos lo que comemos todos los dias del fin de semana podríamos estar recuperando lo que nos ganamos con el esfuerzo de la semana.

Por eso, es recomendable planificar esa comida que tanto esperás el fin de semana. Ojalá hacerla de noche, de esta manera durante el día podemos contrarrestar un poco las porciones. Tampoco es que nos vamos a morir de hambre durante el día, pero sí podría ayudar muchísimo. Y ojalá ese dia hacer algo de ejercicio para que nuestro cuerpo puedo utilizar algo de esas calorías extra.

5. Más estrés y no dormir suficiente

Recordemos que el estrés desencadena la liberación de hormonas que podrían estar afectando el proceso. Por ejemplo el cortisol, este siempre se libera a ciertas hora del día de manera controlada. Sin embargo, cuando estamos más estresados de lo común, no descansando o no comemos bien, esta hormona se va a liberar en mayor cantidad provocando que empecemos a acumular grasa en lugar de gastarla como energía. El cortisol genera que haya un aumento de glucosa en sangre y provoca más liberación de aminoácidos por parte de nuestros músculos. Ese músculo que nos cuesta tanto mantener.

El no dormir bien o descansar lo suficiente, impide que se liberen las hormonas encargadas del crecimiento y adaptación muscular. Esta adaptación es necesaria para poder generar el impacto que queremos en nuestra composición corporal y objetivos.

En fin, es hora de ponerse analizar qué estás haciendo diferente y corregirlo. Quedáte tranquilo, que estar estancado no es el fin del mundo. Lo bueno de la nutrición es que nos permite moldear la alimentación a nuestra conveniencia para lograr nuestros objetivos.

Si tenés dudas o comentarios, no dudés en dejármelos por acá.

Fabiana Fernández



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